El molino empleaba los saltos de agua para hacer mover unas piedras muy grandes que chafaban el grano de trigo hasta convertirlo en harina para posteriormente servir de abastecimiento al municipio.
El negocio paso de generación en generación de la familia de los molineros durante décadas, hasta que ésta forma tan tradicional fue perdiendo su valor y dejó de utilizarse, con el paso del tiempo el edificio se fue deteriorando y el Ayuntamiento tuvo que hacerse cargo de él y gestionar su restauración.