La tradición cuenta que en una cueva próxima a este lugar, una imagen de la Virgen de la Fuensanta se apareció el día 5 de Septiembre de 1238, a un pastor que se llamaba Juan Pérez al que encomendó su propósito de comunicar al pueblo el deseo de que le realizaran una Ermita. Los habitantes del municipio hicieron caso omiso al comunicado del pastor y un día después, en el mismo lugar, la Virgen volvió a aparecer ante el mismo pastor, esta vez, aportando movilidad a uno de los brazos del hombre que se encontraba dañado e inmóvil. De aquí que tras el milagro todo el mundo aceptara la petición de la Virgen.
En la zona donde la Virgen se apareció al pastor se construyó una pequeña capilla, a la que actualmente, ascienden algunos devotos de la Virgen de la Fuensanta para rogarle cualquier tipo de favor.